más profundo de los sueños.

Lynch se inició en el cine a través de una de sus pasiones: la pintura, que nunca ha querido abandonar por completo. Mientras estudiaba Bellas Artes, pintó un cuadro de un jardín verde emergiendo de un fondo negro y mientras lo miraba tuvo la impresión de escuchar al viento y que el cuadro se movía. Eso fue el principio de todo, Lynch quería que se moviera de verdad. Y así es como realizó su primer corto en 16mm. con 200 dólares en el bolsillo, “Six Men Getting Sick – Seis hombres poniéndose enfermos (1967)”, un cuadro-escultura sobre la que se impresionaban unos dibujos bastante tétricos y repetitivos de figuras lhumanas, con el sonido de una sirena de fondo. Él mismo lo definió como “57 segundos de desarrollo y pasión, y tres segundos de vómito”, y es que éste no es un corto de ficción sino que se debería encuadrar dentro del género experimental o de video-creación, donde importa más el impacto visual y sonoro que el contenido en sí. El propio autor lo catalogó años más tarde como “absurdo”, pero no deja de ser interesante por tratarse del primer proyecto de un genio y en él, pese a su corta duración, ya pueden adivinarse algunas constantes que iría depurando en trabajos posteriores. Destaca la fuerza visual de los dibujos de las cabezas, la frustración de Lynch es no haber triunfado como pintor, y la utilización del sonido como banda sonora que sirve para crear esa sensación de violento desasosiego que siempre acompaña a sus obras. Que el tema principal elegido para su primer corto fuese el desarrollo de una enfermedad desconocida hasta provocar el vómito, no es casualidad, ya que uno de los temas preferidos en su obra es la corrupción de elementos aparentemente sanos, ya sea a nivel físico, mental o incluso social. También este primer corto puede describirse por su concepción como una pesadilla, el mundo de los sueños acompañará de la mano a Lynch desde entonces, sueños que casi siempre terminan convirtiéndose en pesadillas y corrompiendo las realidades aparentemente sanas. Si prestamos pues atención a estos 60 segundos de surrealismo desbocado, estaremos asistiendo al nacimiento de un artista cuyas ideas no nacen en su corazón sino en la oscuridad de sus entrañas y que terminan en ráfagas de vómitos de luminosa creatividad, justo como sucede en el propio corto. Sin embargo, Lynch no acabo demasiado satisfecho del resultado de su film y estuvo a punto de lanzar la toalla creyendo que no tenía talento suficiente para el cine. Por suerte, consiguió el primer premio del certamen anual de la Pennsylvania Academy of Fine Arts (PAFA) donde él estudiaba por aquel entonces y eso llamó la atención de un hombre llamado H. Barton Wasserman que quedó tan fascinado con su obra que le ofreció 1.000 dólares por realizar algo parecido para él. Con la mitad de ese dinero Lynch se compró su primera cámara, una Bolex de la que aún conserva su factura por el especial significado que tiene. Con esa cámara se puso a grabar distintas piezas de animación, experimentos visuales similares a su primer corto. La sorpresa se la llevó cuando recogió la película revelada del laboratorio y se dio cuenta que todo lo que había grabado se había echado a perder, de toda su creación solo quedaba un borrón y nada más. Pero eso ni le abatió, ni le enfureció, más bien todo lo contrario, le produjo una sensación diferente, la de querer hacer algo para resarcirse de aquella decepción. Lynch
estaba definitivamente infectado por un virus, el de la pasión por hacer cine.



Después de “Terciopelo Azul”, realizó el cortometraje “The Cowboy and The Frenchmen – El vaquero y el francés (1989)”, el cual formaba parte de un programa de televisión donde varios directores de cine debían explicar su visión sobre los franceses a través de un cortometraje de ficción. En él, incorpora el elemento del humor surrealista en una historia filmada más convencionalmente en el tratamiento de las imágenes y el sonido, aunque la historia siga siendo de lo más extraña y extravagante, donde un cowboy sordo (nuevamente la enfermedad en uno de los protagonistas, la sordera la recupera como elemento cómico para el personaje encarnado por el propio Lynch en “Twin Peaks”) se encuentra con un francés típico que lleva en su maletín todos los clichés de un buen francés (desde una replica de la Torre Eiffel hasta un plato de caracoles!) y que a su vez esta siendo perseguido por un indio porque tiene curiosidad en tal peculiar individuo. Una premisa argumental del todo ilógica y donde las pesadillas quedan a un lado. El cowboy está interpretado por su amigo Harry Dean Stanton y tiene como compañeros de reparto a algunos actores habituales de su cine. Es el corto más divertido de Lynch y donde muestra su faceta menos oscura. Muchos lo consideran poco “lynchiano”, pero no se aleja tanto del humor costumbrista de algunos personajes de “Twin Peaks” o del retrato rural de “Una historia verdadera”. Tampoco está de mal recordar que otro “cowboy” (este mucho más enigmático) aparecerá en una hilarante secuencia de “Mullholland Drive”. Es un corto de 26 minutos, irregular, absurdo, pero con momentos francamente hilarantes, aunque su metraje resulta excesivo. Un corto que Lynch utiliza nuevamente como pasatiempo mientras prepara su siguiente film.
El siguiente corto es mucho más interesante, pese a su brevedad. Se titula “Premonitions following an evil deed – Premoniciones seguidas de un hecho malvado (1995)” lo realizó para un experimento donde diversos directores pudieron expresar sus ideas en 55 segundos filmando con una cámara original restaurada de los Hermanos Lamiere, con las restricciones de que debía filmarse con luz natural, sin cortes y sin sonido. En este corto, Lynch vuelve a sus orígenes con un relato abstracto sobre el miedo y la recreación de un asesinato, donde la limitación de la luminosidad de las cámaras de la época convierte a sus imágenes en una experiencia aún más desasosegante y que nos deja con ganas de más. Como el propio Lynch dijo cuando le preguntaron porque hacía películas, “Me gusta hacer películas porque me gusta entrar en otro mundo. Me gusta perderme en otro mundo. Y las películas para mi son un medio mágico que te hace soñara te permiten sonar con la oscuridad. Es algo fantástico, perderse dentro del mundo del cine.”. Esa es la esencia del cine de Lynch y de sus películas, entrar en otro mundo y dejarse absorber por la oscuridad para intentar entender mejor nuestro mundo cuando las luces están encendidas.
“Darkned Room – Habitación Oscura (2002)”,es un corto inquietante de 8 minutos grabado en video digital que podía descargarse en la Web oficial del propio Lynch. La historia donde aparece una chica en una habitación oscura de la que no puede salir y que está a medio camino entre la estética de “Twin Peaks” y el estilo narrativo de su trilogía sobre la identidad “Carretera Perdida”, “Mullholland Drive” e “Inland Empire”. El resultado es hipnótico, y en parte precursor de la génesis de su último film, pero no deja de ser un experimento que incluso ha retirado de su web y que no es de lo más brillante de su autor, pese a tener momentos de cierta intensidad, especialmente en su prometedor inicio. La parte final del corto en una convencional sucesión de primeros planos de las dos chicas protagonistas en un picado y un contrapicado salvajes, cámara en mano, pero lejos de la creatividad esperada en Lynch.
Su ultimo corto hasta la fecha se titula “Absurda (2007)”, de tan solo dos minutos de duración y presentado en el festival de Cannes de este aÒo. En él puede verse en un plano fijo, una sala de cine, una persona, unas tijeras a medio plano entra la pantalla y la sala y las voces de un chico y una chica que hablan sobre una bailarina. Como siempre la frontera entre realidad y ficción se cruza con facilidad y que mejor que hacerlo con el símbolo de una pantalla de cine en una sala de butacas. Es un corto de sensaciones donde experimenta con la imagen, creando una especie de lienzo surrealista cercano a Dalí. Es como si hubiera querido convertir una película en un cuadro, la idea inversa que tuvo con “Six men getting sick” 40 años atrás.
Esperemos que el genio de Lynch siga apostando por el cortometraje y en los próximos años nos siga ofreciendo más retazos de su retorcida e inquieta mente. De hecho se dice que ya ha elaborado un nuevo experimento de 8 minutos titulado “Boat” y que es la narración imaginaria de un lago de Wisconsin, sin actores, tan solo una voz en off de la actriz Emily Stoffe, veremos… Lo cierto, es que Lynch cada vez tiene mayores problemas para tirar adelante sus proyectos, ya que las productoras no ven con buenos ojos su estilo poco “comercial” y parece que el destino de Lynch será filmar películas en video digital para abaratar costes (algo que al principio de su carrera hubiera desechado) y producirlas totalmente al margen de la industria. Tal vez la única opción de futuro que tenga sea comercializarlas por internet, dada la penosa distribución que ha tenido su última obra “Inland Empire”, pero difícilmente Lynch dejará de hacer cine como cuando compró aquella Bolex de segunda mano defectuosa que emborronó sus primeras creaciones, la ceguera de la todo poderosa industria (que sabiamente critica con sarcasmo en “Mullholland Drive”) no podrá emborronar sus futuras creaciones.
http://www.septimovicio.com/cult_cinema/18092007_los_cortometrajes_de_david_lynch/
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